martes, 6 de marzo de 2012

La cosa va de escuelas



  Cuando tenemos las nociones técnicas para diseñar una escuela, perdemos las psicológicas, y cuando tenemos todos los recursos psíquicos para diseñar una escuela, porque es donde mayor tiempo pasamos, no sabemos como construirlo. Al fin y al cabo la labor de un arquitecto es como la de un actor, antes de representar el papel, tiene que estudiar cómo es su personaje, y aprender a actuar como él lo haría, tiene que meterse en otra piel, ser otra persona.


   Normalmente crecemos en una escuela, y nuestra vida va de acuerdo a los espacios que nos rodean, de modo que no nos solemos sentir fuera de escala, pero recuerdo cuando fue la primera vez que volví a mi primera escuela, y aquello parecía haberse encojido, los pasillos eran estrechísimos, los bancos pequeños, aquella piscina que me parecía un océano ahora era poco mas que una pequeña balsa de agua, y hasta los baños, las pilas donde me lavaba las manos que apenas alcanzaba el grifo, ahora tenía que agacharme. 


   La Escola Municipal Arc Iris de Barcelona hizo un taller para los niños donde estos dibujaban su escuela del futuro, los niños no diferenciaban entre dentro y fuera, pensaban en carteles grandes que se pudieran dibujar tocar y manipular, zonas laberínticas, mucha luz y aulas enormes que se separan por zonas como si su aula fuese como su casa, y que se puedan extender hasta el exterior no existiendo dentro y fuera.


   Del mismo modo los materiales tiene una gran importancia en las escuelas, ya que los niños los conciben como duros o blandos, fríos o acogedores, zonas fijas o móviles.


   Los niños son dinámicos, activos, cambiantes, soñadores, y del mismo modo, los espacios que les acompañan a lo largo de su día, deben adecuarse a su modo de ser.










         







  


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